(aunque se escribiera el 11)
Pluma: ¿No le vas a comprar regalo a tu mamá?
Yo: Le estoy escribiendo un poema.
Pluma: No mames.
Yo: ¿Qué pedo? Me estoy esforzando mucho. En el va a ver todo lo que la quiero.
Pluma: ¿Es neta?
Yo: Es para lo único que soy mínimamente bueno. Le va a gustar.
Pluma: Eres un bodrio de hijo. ¿Es mérito de la vid dar uvas?
Yo: Qué filosófica.
Pluma; ¡No es mérito! Porque para eso viven. Para eso existen. ¿Qué merito hay que le escribas?
Yo: Cuando era niño ella me enseñó a escribir antes de entrar a la primaria. Fue la primera que me corrigió la ortografía. Compró montones de libritos namás para hacerme el hábito y se sentaba a leer conmigo, a veces me obligaba porque eran de tarea y yo no quería. Me hacía preguntas y revisaba que hubiera entendido. Cuando le dije que quería estudiar letras nunca se opuso. Me dejó estudiar libremente y hasta estuvo orgullosa, incluso en el teatro. Ella me contó mis primeras historias y me enseñó a contarlas sin darse cuenta. Quiero que vea que su esfuerzo valió la pena. Que lo vea recompensado.
Pluma: ...
Yo: ...
Pluma: ¡Para de mamar! ¡Vele a comprar un regalo, pinche codo!
Yo: ¡Ash, bueno, ya! ¡Vamos por una pinche bolsa!
(Salen a comprar un regalo que sí sea tangible y valioso.)
fin
Apéndice: el poema que al final sí le di
Regar en las macetas tu sonrisa
de tierno entendimiento, confecciona
los pétalos de tu alma que pregona
el goce en la tormenta o en la brisa.
Les cantas con la voz cálida y lisa
que un día despertara mi persona;
da frutos tu trabajo y te emociona,
da flores tu valor y te da risa.
Te he visto regresar muy fatigada
del campo y de la lluvia, y aun platicas
alegre de la voz a la mirada:
“el sol es generoso” me replicas;
pues tú, todo lo triste lo haces nada,
lo vences y al final lo gratificas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario